martes, 17 de noviembre de 2015

Como el cancerbero

A la vida hay que hacerle el amor...
Virus.

Yo, subida nuevamente a mi caballo superyoico,
Desgarrándome en la tempestad
De mis condenas y blasfemias.
No pude desensillar,
Apearme  al fin de mi caballo de batalla,
Cuando quise poner pie en tierra
El caos lo consumió todo,
Y hubo fuegos, y hubo desidia
Y hubo un torpe dejar.
Por eso deberé volver sobre mis huellas.
Mi plan B, mi ataque por defensa,
Mi hegemonía total y ancha,
Mi poderío en mis tierras,
La reafirmación de mi Yo
Y nada más. Yo y nada más.
La resurrección embolica de mi libertad.
Mi autonomía dichosa de cantar.
Pero es mucho este andar,
Me cansé de la tempestad,
Me harté de mis huracanes,
De las promesas rotas
De la tortura del adiós.
Me cansé hasta los huesos
De estar siempre a la defensiva,
De dormir con un ojo siempre abierto,
De matar y matar, para no morir.
Del si me pegan yo pego más fuerte
Porque me cansé del golpe,
El golpe no certero,
Del que apunta y no dispara,
Del que huye, del necio,
Del cobarde, del rey.
Seguiré aquí,
Subida con todo primor
A mi caballo superyoico,
Y así andaré esta vida,
Más liviana aunque más ausente.
No siempre las cosas
Son como uno quisiera.
Mi pegaso, alado, remontará
El vuelo astral que tanto ansío
Y al que tanto evité y temí.
Soy yo.
Sólo yo.
Y nada más.




05/11/15.


Título: Según la mitología griega, Can Cerbero era el perro de Hades (inframundo o infierno griego), un monstruo de tres cabezas que custodiaba que los muertos no salieran y que los vivos no pudieran entrar.

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